La España de las autonomías. ¿Un error de nuestra historia? Una mirada al futuro

Por Luis Domenech. 

Ciudadano Español, gallego de nacimiento.

Los españoles cada vez nos sentimos menos españoles porque los gallegos nos sentimos mas gallegos, los asturianos mas astures, los de Santander mas cántabros, los castellanos mas castellanos, los leoneses mas del Reino de León, lo mismo con el resto de CC AA que faltan por citar, a la vez que los catalanes no quieren ser españoles, y tampoco los vascos y los navarros quieren serlo. En Galicia el independentismo es residual y no tiene futuro, aun a pesar de la ayuda que le prestan los socialistas sanchistas.

De Ceuta y Melilla ya no hablamos, porque pasarán a ser territorio marroquí el día en que España deje de ser la Nación que hoy es,  o que piensan: ¿que las va a defender Andalucía cuando España ya no exista como tal?. Esta es la España que nos espera, y que al paso que vamos, como no hagamos algo que remedie esta situación (y no se que es lo que hay que hacer), antes de que termine el siglo, España dejará de ser lo que fue, y se parecerá mas a lo que resultó ser Yugoslavia tras su desmembración.

Todo el país está dividido, y lo percibe la ciudadanía. Se trocean las instituciones, se trocean los presupuestos, la seguridad social, la caja de las pensiones, se ponen fronteras en las responsabilidades institucionales, se parcela la justicia, las fuerzas de seguridad, y todo para tener una España de nivel 1, otra de nivel 2, y se supone que una de nivel 3 que está en los papeles, pero no se la ve por ninguna parte, como pudimos ver en los recientes sucesos de inundaciones en Valencia, o de los incendios en Galicia, Castilla León, Asturias y Extremadura. Las únicas instituciones que permanecen indivisibles son el Reino con Don Felipe en la Jefatura del Estado, y los Ejércitos, y ambos han jurado defender la Unidad de España. Veríamos como se reparten los buitres autonómicos el botín si llegara a darse la ocasión.

Si avanzamos por este camino, dentro de la península Ibérica habrá además de Portugal, otros 17 estados mas, y todos a la gresca, porque si no fuimos capaces de convivir juntos en España, mucho menos podremos hacerlo por separado, pues cada estado defenderá sus intereses y habrá desaparecido el interés general de los españoles. Ante esta situación Europa no querrá saber nada de España, y decidirá que Africa empieza en los Pirineos, a excepción de Portugal que será el único oasis en medio de tanto desierto.

Diecisiete estados mas Portugal, unos ricos, otros pobres, y algunos muy pobres. Diecisiete ejércitos, otras tantas policías, servicios exteriores, administraciones no, porque esas ya existen. ¿Y que será de la España insular? A los catalanes les encantaría que las Baleares formara parte de su territorio por eso del Parlem Catalan. ¿Y que será de Canarias? ¿Seguirá siendo Europa, o se convertirá en otro país africano?

Que pasará cuando una DANA destruya una región, o voraces incendios hagan desaparecer los bosques, las ganaderías, los cultivos, cuando no haya que comer. La Comunidad que se vea afectada no podrá pedir ayuda a un país inexistente, pedirá ayuda internacional, y yo diría que no debería esperarla de catalanes o vascos.

Veremos como Canarias, Andalucía y Baleares se tragan toda la inmigración procedente de Africa, porque si las Comunidades Autónomas hoy ya ponen todo tipo de trabas para no recibirla, solo tendrán que hacer respetar sus fronteras para que no entren. Ya lo veo. En Galicia tenemos los puestos fronterizos con Portugal, hoy sin función, pues se pasa de un lado a otro sin problemas. Pero ya veo un puesto fronterizo en Ribadeo y Vegadeo, otro en Piedrafita do Cebreiro. Otro en A Mezquita, otro en Puente de Domingo Flórez, y esto solo para salir de Galicia hacia Castilla León o Asturias. Pero sería interminable la lista de fronteras que habría que traspasar para viajar por la Península Ibérica (pues viajar por España ya no sería posible al no existir esta).

Galicia abriría embajadas en Castilla León seguro, en Asturias también, pues gallegos y asturianos somos primos hermanos. Con Cataluña no creo que abriéramos embajada, Cataluña nos queda muy lejos y no podemos esperar nada de ella al ser su lema “Cataluña primero”. Otro tanto con el País Vasco o Navarra. Cabe incluso que los gallegos nos uniéramos a Portugal (casi hablamos el mismo idioma), pues los lusos son gente acogedora y abierta, y los gallegos solemos decir: "Menos mal que nos queda Portugal”.

Esta sería una opción de país: la peor de todas las posibles. La otra es recuperar el espíritu del 78 que nos dio la Constitución hoy vigente, para reformarla o sustituirla por otra, si somos capaces de ponernos de acuerdo en sus términos. Tengamos en cuenta que la unidad de la nación española es preconstitucional e histórica, que España es y debe de seguir siendo una Nación si la mayoría de los ciudadanos así lo quieren, y que esta nación no se va a romper porque así lo quieran catalanes o vascos.

«Nación» es una palabra cuyo empleo en el lenguaje político y técnico del derecho público moderno empezó a generalizarse en Europa a principios del siglo antepasado. El término «Soberanía» es algo más antiguo en el derecho político. Se sabe que la acuñó el filósofo y jurista francés Jean Bodin, en la segunda mitad del siglo XVI, para reafirmar la supremacía del poder del rey sobre los señoríos (soberanía viene de soberano), es decir, en términos de ahora, la prevalencia y la supremaciía del Estado sobre las partes sociales y políticas que en él se integran (llámese Comunidades Autónomas).

Pero además hay algo más muy digno de tenerse en cuenta. Las decisiones secesionistas que están tomando tanto la Generalitat, como la Lendakaritza, como el Gobierno Navarro, propiciadas por los partidos independentistas, requerirían la conformidad de una amplia mayoría de la población afectada por ellas, y que se sepa, hoy por hoy esa mayoría no existe, y no se conoce porque nunca se le ha preguntado al electorado.

La Conferencia Episcopal española, en Enero de 2001 nos ha recordado la doctrina expuesta en un documento anterior, «Sobre nación y nacionalismos», en el que entre otras cosas, decían lo siguiente: «La configuración propia de cada Estado es normalmente fruto de largos y complejos procesos históricos. […] España es fruto de uno de estos complejos procesos históricos. Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear, no sería prudente ni moralmente aceptable». «La Constitución es hoy el marco ineludible de referencia para la convivencia. La Constitución de 1978 no es perfecta como toda obra humana; pero la vemos como el fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento y como instrumento y primicia de un futuro de convivencia armónica entre todos».

Ahora los independentistas quieren romper el Estado en un proceso inmediato y sin opciones para el resto del país, pues creen que la decisión únicamente está en sus ciudadanos. Esto es difícilmente asumible al ser una imposición. No nos podemos olvidar de que esta historia ya sucedió de forma parecida en el siglo pasado y nos llevó a una Guerra Civil entre españoles.

La ambición de unos pocos independentistas, no deben de doblegar  las intenciones de los españoles y el futuro de nuestro país. Cataluña, el País Vasco, Navarra y Galicia forman parte del estado español: uno e indivisible, lo quieran o no los que prenden separarnos. Y mas vale que así lo acepten sus ciudadanos, pues si no es así, tendremos problemas muy serios, y ya sabemos de lo que somos capaces cuando nos dividimos.
 

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