Cuando la sobrebia de un Presidente fuerza la ruina de un país

Luisondome


El Presidente del Gobierno de España, Pedro Sanchez, acaba de anunciar la convocatoria de elecciones presidenciales a celebrar el próximo 23 de Julio, justo cuando un tercio de Españoles están de vacaciones, lo cual plantea dudas de si acudirán a las urnas o  no. Es tan soberbio el individuo, tiene tan mínimo respeto a los usos constitucionales que ni siquiera se ha atenido al proceso que marca el artículo 115 de nuestra Constitución que dice textualmente: «El Presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, y bajo su exclusiva responsabilidad, podrá proponer la disolución del Congreso, del Senado, o de las Cortes Generales, que será decretada por el Rey». Sánchez ha obviado la disposición y ha anunciado, sin el requisito previo de la reunión del Gobierno, el cierre del Parlamento para después, eso sí, comunicársela al Rey, y refrendarla posteriormente con un Consejo de Ministros convocado de urgencia para el día después. Una muestra más de cómo entiende este sujeto la práctica institucional.

Ha convocado a los españoles sin tiempo para que respiren de la resaca  de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M, y lo ha hecho con su tradicional soberbia, aludiendo a la necesidad de que el pueblo se manifieste en las urnas. Pero eso le da exactamente lo mismo: lo hace por su exclusiva conveniencia, para evitar los reproches de sus altos cargos que van a perder el empleo por cesar en sus puestos, y sin considerar que su decisión no hará mas que entorpecer, a los pocos días de haberse inaugurado, la Presidencia de España de la Unión Europea. De la misma manera que no se puede soplar y sorber al mismo tiempo, no se puede cumplir con los compromisos de su partido en campaña electoral que se ha de iniciar el 7 de Julio y se alargará durante las dos semanas siguientes, y a la vez que cumplir con los compromisos acordados con las Instituciones Europeas para la Presidencia de España que comienza el 1 de Julio y durará seis meses.

El problema no es que los electores del país necesiten expresarse, no, el problema es que nuestro presidente carece de cualquier crédito personal. Tan mínima fe tienen en él sus mismos correligionarios que en el PSOE ya algunos han comenzado a darle vueltas a la sucesión. A este respecto es significativo lo que se sabe que dijo García-Page, el único Presidente Regional que ha resistido el terremoto de la derecha: «Si por un momento se le ha pasado (a Sánchez) por la mente largarme el endoso que vaya pensando en otro, que no estoy, ni se me espera». Así, con las reacciones de unos y otros, los más sorprendidos por la desfachatez del todavía presidente, llegamos a las segundas elecciones en cincuenta y cuatro días que coge con el pie cambiado a todo el mundo, especialmente a los suyos en profunda depresión tras la perdida de las anteriores.

¿No hubiera sido decente juntar Presidenciales, regionales y municipales en una sola convocatoria para que fueran más baratas y no indujeran a una estúpida pérdida de tiempo y de recursos económicos? Pues claro que sí, pero lo dicho: los intereses de Sanchez y los de España no coinciden en absoluto, así que, como él lo ha querido, hay que empujarle a una salida rápida de La Moncloa, que se vaya ya, y nos deje tranquilos a los españoles.

Aun nos quedan los cincuenta y tantos días de campaña electoral en que habremos de soportar su verborrea mentirosa llena de promesas que no piensa cumplir, pero ya le conocemos, y sabemos que lo mejor es hacer oidos sordos a lo que diga, pero recordando que bajo ninguna circunstancia hay que entregarle el voto. Cualquier opción es mejor que votar hoy a Sánchez, realmente cualquiera, y lo siento por su partido, oscurecido y sometido a su líder, y que espero se reconstruya cuanto antes una vez se vea libre de lo que le lastra, pues es necesario para España. Y si sirve de algo, y alguien me escucha, Emiliano García-Page, el único superviviente del derrumbe socialista es la mejor opción para sustituir a Pedro Sanchez en el liderazgo del partido.

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