El Duopolio Trump/Musk. Episodio 2: De donde vienen los cimientos de su visión política
Análisis político
Por Luis Domenech
La personalidad se forma a lo largo de nuestra vida, y nos modela a cada uno de nosotros para ser como somos. A través de ella proyectamos una imagen conformada con los fotogramas de nuestros actos. Esta premisa también es válida tanto para Donald Trump, como para Elon Musk.
Para entender lo que subyace en el fondo de estos dos personajes, acudo al artículo pubicado en NYT por Thomas B. Edsall el 19 de Febrero bajo el título de "Elon Musk y la adquisición hostil del Gobierno Federal", cuyo contenido nos descubre muchas de las claves que necesitamos conocer para entender a estos dos personajes.
Según nos cuenta Edsall, los dos tienen al menos una cosa en común: ambos crecieron en enclaves blancos en momentos en que surgían luchas raciales. Trump nació en 1946 y creció en el acomodado barrio de Jamaica Estates, en Queens, Nueva York; Musk nació en 1971 y creció en los suburbios de Johannesburgo y Durban, en Sudáfrica, en una época en que los blancos aún gobernaban el país bajo el apartheid.
El ascenso de Musk revela un cambio importante en la ideología de Trump: del airado antielitismo de la clase trabajadora de su primera campaña ganadora, en 2016, bajo la dirección de Steve Bannon, al privilegio explícito, esta vez, de los oligarcas tecnológicos —más ricos de lo que la gente común puede llegar a imaginar— para guiar las políticas gubernamentales.
No es fácil comprender la escala y la magnitud del nombramiento de Musk por Trump para dirigir el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por su sigla en inglés). El objetivo declarado de Musk es recortar el gasto federal en 2 billones de dólares de un presupuesto que según la Oficina Presupuestaria del Congreso, este ascendió a 6,75 billones de dólares en 2024.
“No puedo pensar en ningún precedente en la historia de Estados Unidos de un poder de tal magnitud que haya sido confiado a un ciudadano privado”, escribió por correo electrónico Laurence Tribe, profesor de derecho constitucional en Harvard.
Decir que esta delegación de autoridad sin supervisión del presidente Trump a Elon Musk es una violación sin precedentes de la cláusula de nombramientos del artículo II de la Constitución, que como mínimo exigiría el consejo y consentimiento del Senado para el nombramiento de cualquiera que ejerza ese tipo de poder, sería quedarse corto.
"La Constitución de los EE UU se rebela contra la idea de otorgar a cualquier individuo, ni elegido ni designado oficialmente conforme a la ley, el poder absoluto para controlar el gasto de fondos públicos, la contratación y el despido de funcionarios públicos, el uso de la fuerza pública y la organización de agencias gubernamentales. Esto es dictadura bruta de la peor clase", añade Edsall.
Musk y otros miembros del gobierno de Trump tienen una opinión muy diferente. Para Musk, lo que está haciendo es la encarnación de la democracia en acción. En una reunión informativa en la Casa Blanca realizada el 12 de febrero, Musk afirmó que “una parte importante de la tarea de esta presidencia es restaurar la democracia”.
Musk preguntó: “¿Cuál es el objetivo del DOGE?” y se respondió a sí mismo: “Si el pueblo no puede votar y hacer que su voluntad sea decidida por sus funcionarios electos en la forma del presidente y el Senado y la Cámara, entonces no vivimos en una democracia. Vivimos en una burocracia”.
Sin una intervención radical, continuó Musk, “tenemos esta cuarta rama inconstitucional del gobierno, no elegida, que es la burocracia, que actualmente tiene, en muchos aspectos, más poder que cualquier funcionario electo. Esto no es algo que la gente quiere, y no coincide con la voluntad del pueblo”.
Entonces, ¿cómo puede calificarse de democrático el conceder a un hombre, a un hombre muy rico, un poder ilimitado para reconfigurar el gobierno federal desde cero?
La respuesta de Musk:
"El público votó. La mayoría del voto público votó por el presidente Trump. Ganamos la Cámara de Representantes. Ganamos el Senado. El pueblo votó a favor de una gran reforma del gobierno. No debería haber ninguna duda de eso. El presidente habló de eso en cada mitin".
Y añade Musk: "El pueblo votó a favor de una gran reforma del gobierno, y eso es lo que va a conseguir. Van a conseguir aquello por lo que votaron. Y muchas veces la gente no consigue lo que quería al votar, pero en esta presidencia van a conseguir aquello por lo que votaron. Y de eso se trata la democracia".
Musk es la más reciente iteración de una larga lista de asesores presidenciales poderosos, algunos en el sector privado, otros en puestos gubernamentales. Sin embargo, esa caracterización no transmite el amplio margen de acción que Trump le ha otorgado a Musk para trastocar el poder ejecutivo.
Dice Edsall: "La influencia de Mark Hanna durante el gobierno de William McKinley, de Thomas Corcoran y James Farley durante los años de Franklin Roosevelt y de Karl Rove, que actuó como consigliere político de George W. Bush, no es nada en comparación con la de Musk; tanto, que puede resultar difícil saber si es Trump, Musk o ambos quienes están tomando las decisiones".
Michael Dorf, experto constitucionalista y profesor de derecho en Cornell, explicó que la delegación de funciones para la elaboración de políticas a funcionarios no electos provocó fuertes controversias en el pasado reciente. El mandato otorgado a Musk “realmente no tiene precedentes en la historia de EE. UU.”, escribió Dorf por correo electrónico:
"A modo de comparación, los partidos de la oposición ocasionalmente han planteado objeciones sustanciales cuando se otorgaba incluso una pequeña cantidad de poder a personas que no ocupaban ningún cargo oficial: pensemos en la reacción republicana al papel esencialmente consultivo que tuvo Hillary Clinton en la formulación de la reforma del sistema de salud durante la administración de su esposo. O piensa en la preocupación de muchos demócratas cuando Dick Cheney (que en aquel momento era el vicepresidente electo) se estuvo reuniendo con líderes de la industria privada para ayudar a formular la política energética durante el gobierno de George W. Bush. Sin embargo, Hillary Clinton y los líderes de la industria con los que se reunió Cheney solo tenían poder consultivo. En contraste, Musk parece estar formulando y ejecutando políticas".
Incluso al margen de los numerosos conflictos de interés, la falta de transparencia y las crecientes opiniones autoritarias de extrema derecha de Musk, esta situación es verdaderamente extraordinaria y alarmante.
En el primer mes del segundo mandato de Trump, Musk y el DOGE han creado un clima de inquietud entre los tres millones de hombres y mujeres que trabajan para el gobierno federal. Muchos de los intentos de Musk por recortar el tamaño de la burocracia federal están detenidos en casos judiciales, con algunos bloqueados por órdenes de restricción temporales.
Escribe Edsall: "Su objetivo es forzar recortes presupuestarios y reducciones de personal en prácticamente cada parte del poder ejecutivo. Musk ha intentado, por ejemplo, con cierto éxito al principio, cerrar la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la principal fuente de ayuda exterior no militar, y acceder a los datos de gastos del Tesoro de EE. UU. Lideró la ofensiva para cerrar la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, publicando en X —que, por supuesto, le pertenece— “CFPB RIP”. Pero estos ejemplos apenas tocan la superficie de la agenda de Musk".
Rogers Smith, politólogo de la Universidad de Pensilvania cuya investigación se enfoca en la Constitución afirma que "si Trump intenta fingir que Musk no es más que un asesor, entonces Musk es el beneficiario de una delegación excesiva de poder gubernamental a un particular, lo que también es inconstitucional".
Además, argumentó Smith, “el gobierno de Trump está ignorando las decisiones de los tribunales inferiores y adoptando medidas que sabe que son ilegales bajo las doctrinas existentes, con la esperanza de que la Corte Suprema le dé la razón en gran medida, basándose en la visión increíblemente expansiva del poder presidencial de la teoría del ejecutivo unitario”.
“Es difícil ver cómo el gobierno podría ganar una impugnación del nombramiento de Musk sin la aprobación del Senado”, continuó Smith, pero si la corte “falla a favor de Trump o se mantiene al margen, o si Trump la ignora, la democracia constitucional en Estados Unidos estará en grave peligro, quizá fatal”. Pero podría haber otros motivos detrás del empoderamiento de Musk por parte de Trump.
Bruce Cain es un politólogo de Stanford que escribió en un correo electrónico que Trump podría estar otorgando tales poderes a Musk “ya sea en agradecimiento por la enorme suma de dinero que Musk gastó en la elección de Trump o quizás para recibir ayuda financiera futura con las dificultades legales de Trump”.
Otra posibilidad, sugirió Cain, es que hacer que Musk haga el trabajo sucio le da a Trump la opción de intervenir al final y negociar algunos de los recortes más drásticos cuando lleguen las próximas negociaciones de reconciliación. Trump, en su primer mandato, solía hacer tanto el papel del policía malo como el del bueno. Ahora tiene a algunos policías aún más malos en Elon Musk y el vicepresidente JD Vance.
Esto ocurre, continuó Cain, “en el contexto de la urgencia de recortar el gasto público para dar paso a los recortes fiscales que el presidente Trump prometió a donantes y votantes durante las elecciones. Esto explica el enfoque de ‘recortar primero y preguntar después’ que está adoptando Musk”.
Continúa Edsall relatando como incluso antes de ser nombrado formalmente para dirigir el DOGE, Musk ha estado en desacuerdo con Steve Bannon, antiguo estratega jefe de Trump y una figura destacada en la poderosa ala populista del movimiento MAGA, y lo hace con las siguientes palabras:
Bannon considera que el apoyo de Musk a los visados H-1B para inmigrantes cualificados es una violación fundamental de la agenda antiinmigración de MAGA. En una entrevista concedida el 13 de enero al destacado diario italiano Corriere Della Sera, Bannon describió a Musk como “una persona malvada en verdad. Detenerlo se ha convertido en una cuestión personal para mí”.
Bannon declaró: “Conseguiré que echen a Elon Musk para cuando Trump sea investido”, una promesa que no pudo cumplir. “No tendrá un pase azul con acceso total a la Casa Blanca. Será como todos los demás”. El 13 de febrero, Bannon advirtió a Musk que tuviera mucha cautela al planificar recortes en Medicaid, un programa que el DOGE perseguirá con casi total seguridad para conseguir importantes reducciones del gasto con el fin de cumplir el objetivo de Musk de 2 billones de dólares. “Debes tener cuidado, porque gran parte de MAGA está en Medicaid”, continuó Bannon en su pódcast War Room. “Si no lo crees, estás muy equivocado”. Sin embargo, hasta ahora Trump ha persistido en respaldar a Musk.
Trump también ha apoyado a Musk en otro frente, descartando los evidentes conflictos de intereses que plantean el trabajo de Musk en el DOGE y sus empresas multimillonarias —incluyendo a Tesla; SpaceX, su filial Starlink, XAI, una empresa emergente de inteligencia artificial, la Boring Company, una empresa de construcción de túneles y Neuralink, que pretende “crear una interfaz cerebral generalizada para devolver la autonomía a quienes tienen necesidades médicas no cubiertas”, y a todas ellas hay que contabilizar la adquisición de X.
El 11 de febrero, los columnistas del Times Eric Lipton y Kirsten Grind describieron detalladamente el alcance de estos conflictos. En “Elon Musk y sus empresas se benefician de los cambios en el gobierno de Trump”, Lipton y Grind informaron que hay “al menos 11 agencias federales que se han visto afectadas por esos movimientos” —es decir, por los ataques del gobierno de Trump al tamaño y el alcance del gobierno federal— y que estas agencias tienen “más de 32 investigaciones en curso, denuncias pendientes o acciones coercitivas contra las seis empresas de Musk”.
Además, el gobierno federal ha concedido contratos por un valor total de 13.000 millones de dólares en los últimos cinco años a empresas de Musk, según averiguaron Lipton y Grind, la mayoría de los cuales fueron a parar a SpaceX, lo que la convierte en “uno de los mayores contratistas del gobierno”.
Musk refuta la afirmación de que su trabajo al frente del DOGE entra en conflicto con sus participaciones privadas, afirmando en la sesión informativa del 12 de febrero en la Casa Blanca que “de hecho, estamos intentando ser lo más transparentes posible”.
El hecho es que los conflictos de intereses de Musk al frente del DOGE han sido señalados repetidamente no solo por los reportajes de este periódico sino también en otros lugares, desde USA Today hasta Fortune, y por los demócratas de la Cámara de Representantes y el Senado.
Trump y Musk consideran que estas afirmaciones de transparencia, que también han sido cuestionadas, son suficientes para evitar abusos, incluso cuando el potencial de abuso es manifiestamente obvio.
Entonces alguien de la prensa preguntó:
"Usted ha recibido miles de millones de dólares en contratos federales relacionados con el Pentágono, por ejemplo, que el presidente, según sé, le ha ordenado que investigue. ¿Se está supervisando a sí mismo en eso?"
Musk respondió:
"Bueno, todas nuestras acciones son totalmente públicas. Así que si ves algo, dices: “Un momento. Parece que podría haber un conflicto ahí”. No creo que la gente vaya a tener reparos en decirlo. Lo dirán inmediatamente".
Entonces Trump intervino:
"No le dejaríamos hacer ese segmento ni mirar en esa área si pensáramos que hay falta de transparencia o un conflicto de intereses. También vigilamos eso. Él es un gran hombre de negocios. Es un tipo exitoso. Por eso queremos que él haga esto. No queremos que lo haga un tipo sin éxito".
Trump y Musk consideran que estas afirmaciones de transparencia, que también han sido cuestionadas, son suficientes para evitar abusos, incluso cuando el potencial de abuso es manifiestamente obvio.
Brooke Harrington, socióloga de Dartmouth, ha estudiado la riqueza, el poder y el ascenso de los oligarcas desde principios de siglo. En una entrevista telefónica, dijo que una “broligarquía” tecnológica ha comprado efectivamente la presidencia. Trump puede ser presidente del consejo, cortar los listones en las ceremonias cotidianas, mientras que el control de la estructura del gobierno queda en sus manos, en lo que equivale a una adquisición hostil del gobierno federal.
Pienso que con toda esta información, ya tendrán suficiente idea de lo que soporta el pensamiento de estos dos personajes y de su manera de actuar en política. Podrán hacerse una idea del peligro que tienen ambos por su manera de pensar y de actuar. Aun quedan 3 años y 10 meses para que puedan hacer y deshacer a su antojo, desmontándolo todo para construirse ellos y para ellos, no para su pueblo, un mundo hecho a su medida. Nunca el mundo habrá soportado tanta presión proveniente del poder y de manera tan extendida como para que nos afectara a todos.
Dos personajes: Donald Trump, Presidente de los EE UU de América, y su valido Elon Musk empresario multimillonario con mucha ansia de poder que el primero le ha otorgado, están tratando de conseguirlo, y lo lograrán si el pueblo norteamericano no hace algo para evitarlo. Veremos como termina esta historia que solo acaba e comenzar.
Próximo Episodio: El Duopolio Trum/Musk: Su relación con la extrema derecha global y los autarcas de la izquierda, y sus efectos sobre la geopolítica global
Fuente: NYT
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