Cambian las reglas del juego geopolítico y Europa busca su nuevo lugar en el mundo
Europa
Parece que la nueva administración estadounidense se ha empeñado en raptar a Europa y arrastrarla a las aguas del mar de la irrelevancia.
La pérdida de influencia de Europa en el mundo no es nueva, pero quizá sí lo sea la manifestación explícita de este proceso en un mundo que abandona el multilateralismo para hablar más de geoestrategia y conflicto. Queda como cosa del pasado el relativo protagonismo de las instituciones internacionales y el mundo basado en reglas.
Las regulaciones impuestas por la UE en sus mercados (leyes antimonopolio, de protección de datos, de controles sanitarios, etc.) y exportadas al resto del mundo mediante los mecanismos globalizadores (el llamado efecto Bruselas) daba un halo de importancia mucho mayor a Europa del que tiene por su dimensión demográfica (envejecida), económica (con niveles de productividad estancados) o de seguridad (con su escasa capacidad de decisión y actuación conjunta).
Más Europa
¿Cómo sobrevivirá Europa en un escenario donde parece que las reglas no cuentan cuando su ventaja estaba, precisamente, en influir en otros actores globales, como EE. UU. y China, a través del efecto Bruselas?
La respuesta es ser más Europa y no menos. Pensar en que la solución es nacional y no de la UE es no reconocer que –sobre todo ahora, en un mundo en conflicto– incluso los países líderes europeos, como Alemania o Francia, son demasiado pequeños para actuar por su cuenta.
Europa debe empezar a jugar este nuevo juego, apostar también por la geoestrategia y fortalecerse internamente. A la vez, debe buscar aliados que contribuyan a esta estrategia y que compartan los valores esenciales de los europeos (democracia, estado de derecho y relaciones basadas en normas, pero en un mundo donde es importante tejer alianzas). En este contexto, América Latina ha de ser un espacio de relación privilegiada.
Una Europa enfocada
La necesidad de que Europa adopte un enfoque más geoestratégico y fortalezca su mercado único para mejorar la competitividad se sustenta en diversos factores y evidencias recientes:
Nuevos desafíos geopolíticos y económicos. La reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha generado grandes tensiones comerciales a nivel global, incluyendo el anuncio de la imposición de nuevos aranceles a productos europeos. Esta situación ha evidenciado la vulnerabilidad de la UE ante decisiones unilaterales de potencias extranjeras y ha subrayado la urgencia de una respuesta unificada y estratégica para proteger los intereses económicos y políticos del bloque.
Mayor integración económica y financiera para mejorar la competitividad europea. El informe Letta, elaborado por el ex primer ministro italiano Enrico Letta, pone énfasis en la necesidad de avanzar en la unión de los mercados de capitales, un proyecto que ha estado bloqueado hasta ahora. Esta iniciativa busca facilitar el acceso al financiamiento para empresas europeas, mejorar su crecimiento y fortalecer la resiliencia económica del continente.
Impulso a la industria verde. La Comisión Europea está preparando un “Pacto para una industria limpia” que incluye medidas como incentivos fiscales para reducir los costes energéticos y fomentar inversiones en tecnologías limpias. Esta estrategia no solo busca abordar la crisis climática, sino también posicionar a Europa como líder en innovación sostenible, reforzando su competitividad en el mercado global.
Respuesta a la competencia internacional. Como señala el informe Draghi, es esencial impulsar la competitividad europea. Esto implica situar la competitividad como eje central de las políticas de la UE durante el ciclo institucional 2024-2029, promoviendo un entorno favorable para los negocios y la innovación.
Más allá de las fronteras
La combinación de desafíos geopolíticos, económicos y medioambientales exige que Europa adopte una política geoestratégica más proactiva y refuerce su mercado único. Sin embargo, debe evitar el riesgo de ensimismarse, de mirar sólo hacia dentro, y debe dedicar esfuerzos y recursos al fortalecimiento de Europa más allá de sus fronteras, promoviendo una relación más intensa y estratégica en el ámbito internacional, con un foco claro en América Latina. Esta región podría desempeñar un papel clave en la nueva estrategia de la Unión Europea mediante diversas palancas:
Diversificación de relaciones comerciales: ante el proteccionismo de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, América Latina y la UE han buscado fortalecer sus lazos comerciales para reducir la dependencia económica de EE. UU. El acuerdo entre la UE y Mercosur es un ejemplo de esta colaboración, creando una de las mayores áreas comerciales del mundo y promoviendo la apertura económica en tiempos de tensiones comerciales globales.
Suministro de recursos estratégicos: América Latina posee vastas reservas de minerales esenciales para la transición energética, como el grafito, el litio o el cobre, del que concentra el 61 % de las reservas mundiales. Esta riqueza mineral es crucial para la UE en su objetivo de avanzar hacia una economía verde y sostenible. La colaboración en este ámbito debe ir más allá de una relación para asegurar el suministro de materiales críticos. Ha de fomentar un verdadero desarrollo tecnológico conjunto y la financiación necesaria.
Cooperación en energías renovables: entre los puntos del acuerdo UE-Mercosur está la promoción de proyectos de inversión en hidrógeno renovable. Estas iniciativas buscan descarbonizar las economías y generar beneficios económicos mutuos.
Alianzas en transformación digital: la Alianza Digital UE-América Latina y el Caribe, lanzada en 2023, busca impulsar la cooperación digital entre ambas regiones. Esta colaboración promueve el desarrollo de infraestructuras digitales y la convergencia de políticas y regulaciones, fortaleciendo la competitividad y la innovación tecnológica de ambas regiones.
Para afrontar el momento histórico actual, la UE y los países de América Latina y el Caribe deben reforzar y profundizar su relación tras el impulso dado por la Cumbre de Bruselas de julio de 2023.
La siguiente cita –en Colombia y prevista para 2025 pero todavía sin fecha– sumará nuevos temas de interés mutuo: la migración y la atracción de talento frente al cierre de fronteras estadounidense, la oportunidad de estrechar la cooperación científica, técnica y tecnológica en áreas de interés mutuo, o el fortalecimiento de un espacio común de educación superior como la mejor defensa de los bienes públicos regionales y mundiales que compartimos.
Rubén Garrido-Yserte, Director del Instituto Universitario de Análisis Económico y Social, Universidad de Alcalá
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Comentarios
Publicar un comentario