El Duopolio Trump/Musk. Último Episodio: ¿Es posible conciliar la geopolítica del Duopolio con la Europea?

Análisis Político


Por Luis Domenech

Puede que la mejor respuesta a esta pregunta la encontremos en el análisis de lo que está ocurriendo en el conflicto entre Rusia y Ucrania, y la entrada a galope de Donald Trump en el conflicto cuando durante su campaña presidencial, el presidente estadounidense prometió poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en las "24 horas siguientes a su toma de posesión". Es evidente que eso no sucedió, pero Trump, que se considera un maestro de la negociación, ha seguido presionando para que se ponga fin rápidamente al conflicto en sus primeros 100 días en el poder, y en ello anda.

En este contexto, Jorge Carrera Domenech, abogado, y ex-magistrado que fue enlace de España con los EE UU, afirma que "los bloques geopolíticos se redefinen, dando lugar a nuevas dinámicas internacionales marcadas por la competencia tecnológica, la reconfiguración de las alianzas comerciales y la carrera por el control de recursos estratégicos".

Trump ha adoptado un enfoque poco ortodoxo en este proceso, iniciando conversaciones con Rusia sin involucrar a Ucrania y dejando en fuera de juego a Europa. Cuando se busca poner fin a una guerra entre dos países, suele ser útil incluir a ambas partes en conflicto en las negociaciones, y si los dos países en conflicto son europeos, pues no puedes dejar a la Unión Europea fuera del proceso de negociación de la paz. No tiene sentido.

Steven Pifer, ex embajador de Estados Unidos en Ucrania, comentó para FP que no creía que "Trump comprendiera lo compleja que es esa guerra y lo distanciadas que están las partes", esto en lo que se refiere a los dos contendientes. Pero del mismo modo también se puede entender que Trump no tiene ni idea del sentimiento que hay en Europa sobre este conflicto, especialmente el de los países fronterizos con Rusia como Polonia, Estonia, Letonia, Lituania o Finlandia, y en menor medida en los del resto de Europa que están a tiro de Putin. 

Dar entrada a los aliados Europeos ayudaría a Trump a conseguir con mayor fuerza lo que pretende, porque Europa sería la única que podría presionar en ambas direcciones, aunque seguro que eso es lo que Trump quiere evitar.

Pero Trump ha entrado en la negociación con mal pie, pues se ha mostrado decididamente más antagonista hacia Kiev que hacia Moscú, primero calificando de “dictador” al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, aunque después dijo no recordarlo, y después porque Trump no considera al presidente ruso Vladimir Putin un dictador, afirmando además falsamente que Ucrania, y no Rusia, fue la que inició la guerra. 

Esta posición del gobierno de Trump respecto de Ucrania ha puesto a Washington en desacuerdo con aliados clave, y especialmente con Europa, despertando la alarma en sus cancillerías. El 24 de febrero, Estados Unidos se puso del lado de Rusia y otros adversarios tradicionales a la hora de votar las resoluciones de las Naciones Unidas relativas a la guerra, ha hecho unilateralmente concesiones importantes a Rusia, entre ellas descartar la posibilidad de que Ucrania se una a la OTAN, y dejó caer que Ucrania no podría alcanzar un acuerdo de paz sin hacer concesiones territoriales a Rusia. También abrió la posibilidad de darle a Rusia un alivio en las sanciones impuestas, e incluso de llegar a acuerdos económicos con Rusia. Un New Deal para Putin.

Todo ello hace pensar que Trump está tratando de amedrentar a Ucrania, que ha dependido en gran medida de la ayuda estadounidense durante toda la guerra, para que acepte el acuerdo de paz que Trump, de acuerdo con Putin, le ponga ante sus ojos, independientemente de si los términos son favorables para Kiev o no lo son. 

Al mismo tiempo, también ha introducido cláusulas de lo que el quiere de Ucrania a cambio de su intermediación, presionando para lograr un acuerdo sobre minerales y tierras raras con Ucrania. Es la factura en la que Trump y sus funcionarios han enmarcado su cobro por los servicios prestados, para que Estados Unidos recupere parte del dinero que le ha dado a Kiev en los últimos tres años y Trump se lleve toda la gloria por el estupendo negocio que acaba de rematar.   

Cuando se le preguntó qué recibiría Ucrania a cambio del acuerdo sobre los minerales, Trump dijo que mucho “equipamiento militar -que Ucrania tendrá que pagar- y el derecho a seguir combatiendo”. A que se refería: ¿a lo que ya le dio, o a lo que le puede dar...?

¿Hacia donde debe de mirar Europa?

Trump prefiere darle a Europa un papel policía de la frontera rusa a largo plazo, cuando ya la guerra haya acabado y se firme un tratado de paz.  Dice Pifer que "la Unión Europea está considerando ahora cómo abordar un posible futuro en el que Estados Unidos abandone a Europa, la OTAN y Ucrania, y está tomando medidas para asegurar más ayuda militar para Kiev", pero acto seguido añade que "no está claro si Europa está preparada para llenar ese vacío, en particular si se tiene en cuenta que Estados Unidos ha aportado cerca de la mitad de toda la ayuda que Ucrania ha recibido desde que comenzó la guerra".

“Europa está dando señales de que seguirá apoyando a Ucrania incluso si Estados Unidos fracasa. El problema que tiene Europa es que probablemente no tenga la capacidad industrial de defensa ahora para compensar lo que Estados Unidos podría proporcionar", dijo Pifer, que señaló que "espera que las personas que saben cómo hablar con Trump puedan persuadirlo de que si presenta un acuerdo de paz “de mala calidad” para Ucrania, lo compararán con Neville Chamberlain en 1938 y lo verán como “débil” y como un presidente que “vendió a un socio estadounidense".

Trump nos ha dado a todos una “clase magistral sobre cómo no negociar con Moscú”, dijo Pifer, y agregó que "Putin probablemente esté sentado esperando que él ofrezca aún más concesiones", sobre todo sobre el papel que haya de jugar Europa para mantener la paz en el continente, pues Putin desea que cuanto menos influyente sea, para Rusia será mejor.

En definitiva, en los asuntos europeos, Trump y Putin tratan de ponerse de acuerdo en que Europa ocupe un lugar secundario en su continente y en el mundo. Para ambos, Europa es una china en sus zapatos porque no hacemos mas que interferir e incordiar en sus estrategias, algo que les impide hacer lo que quieren, y los dos piensan que es justo ahora cuando tienen posibilidades de lograr apartarnos, porque ambos tienen intereses particulares en ello.

Pienso que los tiempos de concordia, y objetivos comunes entre los EE UU y Europa han finalizado. Se abre una nueva era en la que Europa tendrá que decidir hacia donde habrá que mirar en el futuro. 

Si somos una china en el zapato de Trump y Putin, quizás haya que mirar a la China, no la del zapato, sino a la del Lejano Oriente, que puede que tenga mejor consideración de nosotros, y quizás le convenga mas tenernos como amigos, no en vano tanto China como Europa tienen una cosa en común, los dos tenemos frontera con Rusia, y ya es conocido que "casa con dos puertas es mas difícil de guardar".

Es sabido que la política exterior de China se caracteriza sobre todo por su defensa de la estabilidad priorizando su integridad territorial y su soberanía, una multipolaridad que favorezca los intereses comerciales, y el pragmatismo en el modo de proteger sus intereses fundamentales.

China se ha desmarcado hace tiempo del modelo hegemónico que practican los estadounidenses y sustenta su política en los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica (soberanía, no agresión, no intervención, igualdad y beneficio mutuo). En esto coinciden plenamente China y la Unión Europea, por lo que sería posible que en esto ambos empatizaran. 

Por otro lado, mientras que la política de la actual administración norteamericana es absolutamente cortoplacista, de de China es todo lo contrario, pues opera con una visión a largo plazo, por lo que parece que ofrecería mas confianza la actitud de China que la del Duopolio.

Lo vemos en la política económica de uno y otro, pues mientras Trump amenaza "a troche y moche" e impone políticas proteccionistas de su mercado interno a base de aplicar aranceles a las importaciones de otros países, los chinos se afanan en expandir su economía con iniciativas como La Franja y La Ruta.

En esto, el continente africano nos muestra el camino, pues ha preferido fijar su mirada en China olvidándose de los EE UU y de Rusia, que en los últimos 10 años han perdido gran cantidad de la influencia que tuvieron anteriormente. El beneficio para ellos es que su desarrollo lo está financiado principalmente China. 

Otro tanto ocurre con la América Latina. En esta parte del mundo, Rusia poco tenía que hacer, salvo la influencia que mantiene sobre Cuba, Venezuela y Nicaragua. Por su parte EE UU, tras sus amenazas sobre Panamá, México y Colombia, a conseguido que Latinoamérica le mire con gran recelo. La expansión de la influencia China en este continente no ha parado de crecer en la última década, y es mas que previsible que esta se acentúe, pues Trump se lo está poniendo mas fácil con su actitud amenazante.

Europa tiene ahora una posibilidad de ampliar su influencia en Latinoamérica sustituyendo a la que aún tiene norteamérica, aprovechando que dos de los países de la Unión Europea, España y  Portugal, tienen con el continente fuertes lazos de unión, y no solo me refiero a los dos idiomas y a las dos culturas que modelaron durante siglos su manera de ser. Las relaciones comerciales de la Unión Europea con los países latinoamericanos son excelentes, y continúan fortaleciéndose con beneficios para ambos, y esto también ayuda, como ayuda el hecho de que Europa esté acogiendo numerosos emigrantes procedentes de América Latina que favorecen el estrechamiento de lazos entre ambos lados del Atlántico.

Un sabio proverbio decía que "es bueno tener ojos para ver, pero hay que aprender a mirar, y es bueno tener oído para oír, pero es mejor aprender a escuchar". Si Europa hace suyo el proverbio, mejorará su posición el el mundo. No hay que mirar para otro lado. Solo hay que saber hacia donde es mejor mirar.


Fuentes: FP, Confilegal


 

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