España está infectada y enferma por la peste del sanchismo de hoy

Editorial

Por Luis Domenech

Y pensar que yo fui socialista y votante del PSOE desde el año 82 hasta finales de la era del PSOE de Zapatero…; fue este último el que me mostró durante su mandato que había una segunda cara del PSOE, que por aquellas, empezaba a mostrar sus pezuñas,  y que es la que hoy nos muestra cada día el entregado partido socialista a su máximo dirigente Pedro Sánchez Pérez-Castejón con sus actuaciones. Vaya por delante que no debemos de confundir socialismo con sanchismo: el segundo es una variante degenerada del primero.

Yo fui votante socialista durante muchas elecciones. Hoy lo que me queda de aquella época es la nostalgia de aquel PSOE de los primeros años de la democracia, un periodo en el que el país, y gracias a los gobiernos de Felipe González, se pudo abrir definitivamente al mundo (no olvidemos que fue Felipe González el que metió a España en la OTAN y en el Mercado Común), y aceleró su transformación social con beneficios que los Españoles hoy seguimos disfrutando gracias a su emprendimiento y tenaz labor frente a una oposición de la derecha que no lo tenía tan claro en aquellos tiempos, por sus añoranzas con el pasado.

Echo de menos aquel PSOE, pues aquellos si que eran tiempos de esperanza, de ilusión y de crecimiento personal generalizado de todos los españoles. Hoy en cambio parece que vivimos en otro mundo de desechos, en una pesadilla continua que genera desazón, que cercena nuestras perspectivas de futuro, en un tiempo en que el futuro está en entredicho, en zona oscura por diversas crisis globales amenazantes, que no nos permite encontrar el camino que nuestros proyectos de vida deben de seguir para poder disfrutar de nuestro tiempo de vida de manera feliz y tranquila.

Yo se que no todo el PSOE es como Sánchez, ni es de Sánchez, ni todos los socialistas apoyan lo que Sánchez está haciendo. Pero lo que si se es que la gran mayoría de los socialistas de hoy están callados ante las tropelías que su jefe está llevando a cabo, y que están tiñendo al partido con tinturas de corrupción, de bulos y mentiras, de provocación, de polarización, de prevaricación, de cohechos, de robos, de  desprestigio y deslegitimación de las Instituciones del Estado, de ataques a la Guardia Civil, a los jueces, a la “prensa enemiga”, todos estos son comportamientos diseñados y repartidos desde La Moncloa entre carguitos, asesores, fontaneros, funcionarios sometidos y subyugados por sus superiores jerárquicos, empresarios que son fieles a Su Sanchidaz, pregoneros de su credo o relato que repiten machaconamente conforme a un guión escrito por sus “portacoces”, y todo ello, está llenando de mierda la casa socialista que hoy apesta que tira para atrás.

Yo no quiero que la infección que aqueja al país se trate solo con antibióticos, porque los antibióticos acaban también con la microbiota, que son esas bacterias buenas que nos permiten digerir el día a día, y a la microbiota hay que protegerla y conservarla. Yo lo que le pido a los buenos socialistas, a los patriotas socialistas, a quienes no están de acuerdo con lo que el Sanchismo está haciendo con el país, que se rebelen, que se planten y digan hasta aquí hemos llegado, en los que creen que el socialismo de hoy debe de ir por otros caminos, en los que la conciliación, la negociación, el respeto por la oposición y sus proyectos, el respeto por las Instituciones, por la prensa de uno y otro color, el respeto por los españoles en general, nos lleve a un camino nuevo, en el que los problemas del país y los de los ciudadanos se ponen en primer lugar, problemas como los bajos salarios, la falta de viviendas, la desigualdad social, la mejoría de una educación que hoy es deficitaria, o de un sistema sanitario que también se está quedando pequeño, la solución de problemas tan acuciantes y en busca de solución como es la reforma de las pensiones o la reducción de la deuda pública española, o la defensa europea, y otros mas, problemas que se acumulan y que pueden condicionar nuestro futuro. Eso es lo realmente importante.

La otra posibilidad, es el aparcar lo importante a un lado, solo porque Pedro Sánchez Pérez-Castejón, es un incapaz, un inútil y no nos vale para conducir este país. Todos sabemos que su único interés es mantenerse en el sillón que ocupa, y manejar a su antojo el poder que le hemos dado, y que él utiliza para rodearse de ineptos, corruptos, puteros, fontaneros, prevaricadores, chismosos, aduladores, chupopteros (que diría Jose Mª García), y demás bacilos nocivos para la salud de España que están ahí solo para proteger a su presidente, y a los que hay que echar del poder.

Nos queda echar mano de la alternancia, porque quien nos podría ayudar a los españoles, el PNV Vasco, no está hoy por la labor. Piensan que cuanto peor esté la situación en España, a ellos les irá mejor. Craso error. Su propia subsistencia en el poder autonómico y la presión que Bildu ejerce para ocupar su lugar se lo impide. Creen que si apoyan a la derecha y retiran su apoyo el PSOE perderán la Lendakaritza. Están equivocados. Con el PP de Feijoó se puede llegar a un acuerdo de apoyo mutuo en caso de no obtener la mayoría absoluta (pues en el PP hay terror a que Bildu alcance el poder en Euskadi), y diría que incluso se puede alcanzar un acuerdo de apoyo con aquella parte del PSOE vasco autónomo y fuera del control de Pedro Sánchez. Alcanzar un pacto de convivencia entre españoles, vascos, catalanes, navarros y gallegos es no solo posible, sino deseable.

Elecciones Generales habrá en 2026, y en el País Vasco habrá que esperar hasta 2028 para sus autonómicas. Hay por tanto una ventana abierta de oportunidad para que el EBB analice la situación y corrija su rumbo, pues su futuro tendrá mejor pronostico con una España sana y a su lado, que con una España afectada por la peste del socialismo Sanchista. Si los vascos no nos echan una mano en esto en esta legislatura, solo nos quedarán las urnas en 2026 para que el Pueblo Español, la gran mayoría de ciudadanos que desean un futuro mejor para todos, elijamos un nuevo gobierno que nos garantice que habrá un cambio radical de la política de Estado de nuestro país, reflejado en los programas electorales que los partidos políticos nos presenten a los españoles, y en la credibilidad que estos programas nos merezcan, porque lo de prometer una cosa para hacer la contraria, solo es habitual en la política.

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